Hellen Keller, sordo- ciega, su historia. No hay amistad más sagrada que la que se entabla entre el alumno y el maestro, y una de las más memorables fue la amistad de Helen Keller (1. Anne Sullivan (1. Por Xrisi Tefarikis y Eugenia Almallotis de Tefarikis istoria de hellen keller. Tabla de contenidos. Hellen Keller, Introducción, Images. Cuando estaba a punto de graduarme de la Educación Secundario de un colegio norteamericano fundado en Santiago de Chile el siglo antepasado, el diecinueve, viví una experiencia inolvidable.
A Review on By A.Rachana Reddy Vaishnavi.M P.Mounica N.Priyanka. About Helen Keller. De Quincey says that the best English is found in the letters.
Helen Keller nació el 27 de junio de 1880, en Tuscumia, Alabama, Estados Unidos. No nació ciega ni sorda, sino como una niña perfectamente normal.
En el "Santiago College" se celebraban varias tradiciones antes de mandar a sus alumnas a conocer el mundo, en los dos últimos meses antes de abandonar sus aulas. Entre ellas, estaba la de ir a conocer la Escuela para niños ciegos que el colegio apadrinaba. Era 1. 96. 5. Yo recuerdo que iba un poco asustada en el bus que nos trasladó desde el colegio hacia la Escuela para niños ciegos.
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La enfermedad destruyó la vista y el oído de Helen Keller cuando ella aún no había cumplido diez años, dejándola aislada del mundo. Nome completo: Helen Adams Keller: Nascimento: 27 de junho de 1880 Tuscumbia, Alabama Estados Unidos: Morte: 1 de junho de 1968 (87 anos) Westport, Connecticut. La madre de Helen Keller trabajaba en la plantación y ahorraba el dinero haciendo su propia mantequilla, manteca de cerdo, tocino y jamón. Lash, Joseph P. (1980) Helen and Teacher: The Story of Helen Keller and Anne Sullivan Macy. New York, NY: Delacorte Press. Donna de Varona; Gertrude Ederle.
La experiencia de estar entre niños ciegos me resultaba difícil de asimilar. A mis dieciséis años no estaba preparada para enfrentar una experiencia tan particular. Además, el motivo de la visita era que de allí en adelante, como miembro de la Asociación de Ex- alumnas, deberíamos preocuparnos por la subsistencia de esa escuela en el futuro. La responsabilidad y la ignorancia me turbaron.
Cuando arribamos salieron los profesores y los alumnos, todos no videntes, a darnos la bienvenida. Eran personas tan armónicas, llenas de vida, alegres, que la imagen dolorosa que había estado forjando en mi mente desde hacía varios días se esfumó. Me fasciné de tal manera con esos pequeños que me tomaban de la mano para enseñarme sus trabajos, para dialogar conmigo, para hacerme bromas, que después de algunos minutos me quedé en una sala de clases sola, conversando y riéndome con el profesor y los muchachos. El encantamiento fue tal que el bus con el resto de mis compañeras partieron de regreso al colegio y yo me quedé allí iluminada por ese maravilloso mundo de los ciegos. La feliz idea de apadrinar esa escuela había sido parte de dos viajes que hizo a Chile y a nuestro colegio la gran Helen Keller. Ciega y sordomuda , es el ejemplo de superación personal más excepcional que he conocido en mi vida.
Helen llegó a hablar cuatro idiomas además de su lengua natal, el inglés. Se comunicaba en francés, alemán, latín y griego. Sin embargo ¿qué habría sido de esa inteligencia excepcional, única, si no hubiera existido otro ser humano como su maestra Anne Sullivan?
Sullivan logró darle vida a ese animalito agresivo e indefenso que era Helen Keller cuando nuestra protagonista era un pequeño caso perdido, de un pueblo del Sur de los Estados Unidos. Con mucho cariño dedico estas líneas a mis compañeras de colegio que este año cumplimos cuarenta años de egreso y a nuestro querido colegio que tantas enseñanzas sabias nos entregó, entre otras, el iluminado mundo de los no videntes. Jrisí A Tefarikis./Promoción 1. Santiago College, Santiago de Chile.
Helen Keller y Annie Sullivan. Transcripción de Eugenia Almallotis de Tefarikis. No hay amistad más sagrada que la que se entabla entre el alumno y el maestro, y una de las más memorables fue la amistad de Helen Keller (1. Annie Mansfield Sullivan (1. La enfermedad destruyó la vista y el oído de Helen Keller cuando ella aún no había cumplido diez años, dejándola aislada del mundo.
Durante casi cinco años ella creció, como lo describiría mas tarde,''salvaje y desbocada, riendo y cloqueando para expresar placer, pateando, rasguñando, emitiendo los sofocados chillidos del sordomudo para indicar lo opuesto.''La llegada de Anne Sullivan a la casa de los Keller en Alabama, desde el Instituto Perkins para ciegos de Boston, cambió la vida de Helen. Sullivan había padecido problemas visuales por una infección ocular de la cual nunca se recobró del todo, y llegó a Helen con experiencia, dedicación y amor a través del sentido del tacto, logró establecer contactos con la mente de la niña, y al cabo de tres años le había enseñado a leer y a escribir en Braille. A los dieciséis años, Helen sabía hablar lo suficiente como para asistir a la escuela y a la Universidad.
Se graduó con honores en Radcliffe en 1. Las dos mujeres siguieron su notable amistad hasta la muerte de Anne. Helen Keller escribió sobre su encuentro con Anne Mansfield en su autobiografía, "Historia de mi vida" ("The story of my life'')''El día más importante que recuerdo en toda mi vida es el día que conocí a mi maestra, Anne Mansfield Sullivan. Me maravillo al pensar en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro. Era el 3 de marzo de 1.
En la tarde de ese día memorable, yo estaba en el porche, muda, expectante; la agitación de mi madre y los correteos por la casa me sugerían que estaba a punto de suceder algo inusitado, así que fui a la puerta y aguardé en la escalinata. El sol de la tarde penetraba la madreselva que cubría el porche, y cayó en mi rostro. Mis dedos se demoraban casi inconscientemente sobre las hojas y capullos que acababan de brotar para saludar la dulce primavera sureña.
Yo no sabía qué maravillas y sorpresas me deparaba el futuro. La furia y la amargura me habían acechado continuamente durante semanas, y una profunda languidez había sucedido a esta lucha apasionada.¿Habéis estado alguna vez en el mar en medio de una densa niebla cuando parece que una tiniebla blanca y tangible nos encierra. Antes del comienzo de mi educación yo era como ese buque, sólo que no tenia brújula ni sonda, ni modo de saber a que distancia estaba el puerto. Luz ¡Dadme luz'', era el grito silencioso de mi alma, y la luz del amor brilló sobre mí en esa misma hora. Oí pasos que se acercaban.
Tendí la mano, suponiendo que era mi madre. Alguien la tomó, y quedé atrapada en los brazos de quien había llegado para revelarme todas las cosas y, sobretodo, para amarme.
Esa mañana, después de llegar, mi maestra me condujo a la habitación y me dio una muñeca. La habían enviado los niños ciegos del Instituto Perkins y la había vestido Laura Bridgman, pero yo solo me enteré de esto más tarde. Cuando yo hube jugado un rato con la muñeca, la señorita Sullivan deletreó lentamente en mi mano la palabra'' muñeca''. Ese juego con los dedos me interesó de inmediato e intenté imitarlo. Cuando al fin logré trazar correctamente las letras, estaba embargada de placer y orgullo infantil.
Corrí a la planta baja para ver a mi madre, alcé la mano y tracé las letras: m- u- ñ- e- c- a. No sabía que estaba deletreando una palabra, ni siquiera que existían las palabras; solo movía las manos en una imitación simiesca. En los días que siguieron aprendí a deletrear inadvertidamente muchas palabras, entre ellas alfiler, sombrero, gorra y algunos verbos como sentarse, levantarse y caminar. Pero necesité varias semanas con mi maestra para comprender que todo tiene un nombre.
Un día, mientras yo jugaba con mi muñeca nueva, la señorita Sullivan me puso en el regazo mi gran muñeca de trapo, deletreé muñeca y trato de hacerme comprender que esa palabra se aplicaba a ambas. Ese día habíamos tenido una riña por las palabras ''t- a- z- a'' y ''a- g- u- a''. La señorita Sullivan. Ella había optado por dejar ese tema por un tiempo, para retomarlo en la primera oportunidad. Me impacienté ante sus reiterados intentos y, tomando la muñeca nueva, la arrojé al suelo .
Quedé encantada al sentir los fragmentos de la muñeca rota a mis pies. Mi estallido de cólera no fue seguido por pena ni arrepentimiento. Yo no amaba esa muñeca. En el mundo silencioso y oscuro donde yo vivía no había sentimientos fuertes ni ternura. Noté que mi maestra barría los fragmentos a un costado del hogar, y sentí satisfacción por haber eliminado la causa de mi incomodidad. Ella me trajo el sombrero,y supe que saldría a la cálida luz del sol. Este pensamiento - si una sensación sin palabras se puede llamar pensamiento- me hizo brincar de placer.
Caminamos por el sendero hasta la fuente, atraídas por la fragancia de la madreselva que la cubría. Alguien extraía agua y mi maestra puso mi mano bajo el grifo. Mientras el chorro fresco me empapaba una mano, ella deletreó en la otra la palabra agua, primero despacio, después de prisa.
Me quedé en silencio, fijando mi atención en el movimiento de sus dedos. De pronto tuve una borrosa conciencia, como de algo olvidado, el estremecimiento de un pensamiento que regresaba; y de algún modo se me reveló el misterio del lenguaje. Supe entonces que ''a- g- u- a'' significaba esa maravillosa frescura que rozaba la mano. Esa palabra viviente despertó mi alma, le dio luz, esperanza, alegría, la liberó. Aun había barreras, es verdad, pero barreras que podrían eliminarse con el tiempo. Me fui de la fuente ansiosa de aprender que todo tenía un nombre, y cada nombre engendraba un nuevo pensamiento. Mientras regresábamos a la casa, cada objeto que yo tocaba parecía temblar de vitalidad: era porque lo veía todo con la extraña y nueva visión que me había embargado.
Al trasponer la puerta recordé la muñeca que había roto. Fui a tientas hasta el hogar y recogí los trozos. Traté en vano de ensamblarlos. Entonces mis ojos se llenaron de lágrimas, pues comprendí lo que había hecho, y por primera vez sentí arrepentimiento y pesar. Ese día aprendí muchas palabras y aún recuerdo cuáles eran, pero se que madre, padre, hermana y maestra estaban entre ellas, palabras que harían florecer el mundo para mí, ''como el cayado de Aarón con flores''. Habría sido difícil encontrar una niña más feliz que yo cuando me acosté, al final de esa día memorable jornada y reviví las alegrías que me había traído, y por primera vez anhelé que llegara un nuevo día.
Anne Mansfield, en sus cartas, describió el ''milagro'' que vio suceder en el interior de Hellen: 2. Marzo de 1. 88. 7"Esta mañana mi corazón esta transido de alegría: ha sucedido un milagro. La luz de la comprensión ha brillado sobre la mente de mi pequeña alumna, y, albricias, todo ha cambiado. La salvaje criaturilla de hace dos semanas se ha transformado en una dulce niña.